Adam Basanta

¿Cuál es tu formación y cómo llegas al sonido experimental?
Estudié composición musical e interpretación de guitarra clásica en la Universidad de Simon Fraser, en Vancouver, Canadá, así como grabación de sonido. Durante mis estudios, me interesé en el arte sonoro, las instalaciones interactivas y la improvisación, lo que me llevó naturalmente al campo del sonido experimental.
Tu obra abarca diversos formatos: grabaciones, instalaciones sonoras e intervenciones en espacio público. ¿Cómo eliges el formato adecuado para cada idea?
Intento permitirme ser guiado por cada concepto específico. Algunas ideas se sienten más adecuadas para instalaciones físicas, otras para piezas auditivas puras. Siempre inicio con una pregunta, una observación o un marco conceptual, y luego exploro qué medio puede expresarlo mejor.
Has trabajado con materiales físicos que producen sonido, como ventiladores, vasos o micrófonos. ¿Qué te atrae de estos dispositivos cotidianos?
Me interesa cómo los objetos comunes pueden ser presentados de manera que revelen su potencial sonoro oculto. Usarlos también establece una conexión entre lo cotidiano y lo estético, y cuestiona las jerarquías de lo que comúnmente consideramos música o arte.
¿Cuál es el rol del azar o la autonomía en tus instalaciones?
Muy importante. Muchas de mis instalaciones son sistemas semi-autónomos que producen sonido en forma continua, con resultados impredecibles. Esto permite que las obras estén siempre en evolución, y que cada experiencia para el oyente/observador sea única.
¿Qué relación encuentras entre lo visual y lo sonoro en tus instalaciones?
Las instalaciones sonoras son siempre también visuales. Me interesa mucho cómo la forma en que algo se ve afecta nuestra percepción del sonido que emite. Por eso, la estética visual de mis obras está cuidadosamente considerada y tiende a ser minimalista, para destacar la acción sonora.
Tu disco “Interstitial Zones” combina objetos sonoros con procesamiento electrónico. ¿Cómo se desarrolló este trabajo?
Ese disco consiste en grabaciones de estudio de varias instalaciones sonoras que funcionan con objetos físicos, las cuales luego fueron editadas, mezcladas y procesadas digitalmente para formar una composición. Es una forma de documentar las obras, pero también de transformarlas en una experiencia auditiva autónoma.
¿Qué desafíos enfrentas al registrar en audio obras que originalmente son espaciales y tridimensionales?
El principal desafío es la pérdida del componente espacial – la experiencia de caminar alrededor de una instalación y escuchar cómo cambia. Para compensar, utilizo técnicas de mezcla multicanal o juego con la dinámica y la estructura para mantener un sentido de movimiento y transformación.
¿Cómo ha sido la recepción de tu trabajo en contextos más tradicionales del arte o la música?
Mi trabajo ha sido mostrado tanto en galerías como en festivales de música experimental. Los públicos varían, pero encuentro que la curiosidad y disposición al asombro pueden encontrarse en ambos contextos. El desafío es siempre cómo mostrar obras sonoras en espacios acostumbrados al arte visual.
¿Qué proyectos estás desarrollando actualmente?
Estoy trabajando en una nueva instalación que combina mecanismos cinéticos con inteligencia artificial simple para crear una especie de máquina-performista. También estoy componiendo una nueva obra para cuarteto de cuerdas y procesamiento en tiempo real.
¿Qué artistas o movimientos han influido más en tu trabajo?
Me han influenciado artistas como R. Murray Schafer, Pauline Oliveros, y compositores como Iannis Xenakis o David Tudor. También me interesa mucho el arte conceptual y los principios del minimalismo tanto en música como en artes visuales.