Calder
El nuevo disco de Calder es una propuesta que llama la atención por su construcción sonora y estética. Alejado de fórmulas predecibles, este trabajo recorre una variedad de influencias y géneros que lo sitúan como una de las apuestas más interesantes del circuito independiente.
¿Cómo nace la idea de este álbum?
La idea nació durante la pandemia. Al estar encerrado, comencé a experimentar con sonidos más introspectivos, menos atados a estructuras tradicionales. Quería explorar nuevas formas de decir lo mismo, pero desde una emocionalidad más contenida.
¿Qué influencias marcan este disco?
Hay mucho de ambient, electrónica minimalista y algo de indie rock. También están presentes ciertos matices de música latinoamericana, pero muy sutiles. No es un disco fácil, pero sí honesto.
¿Cuál fue el mayor desafío en la producción?
El desafío principal fue mantener una coherencia en el relato sonoro. Quería que el disco tuviera una identidad, un hilo conductor, sin que necesariamente todas las canciones suenen igual. Eso implicó un trabajo muy profundo de edición y selección.
¿Qué esperas que experimente quien escuche el disco?
Idealmente, una sensación de viaje. Que cada escucha sea una experiencia distinta, dependiendo del estado de ánimo o del momento en que se enfrente a la música. No busco respuestas inmediatas, sino reflexión.
