LaBrecque / Barakat

Dentro de las prácticas de grabación actuales, el trabajo de Kyle Bobby Dunn y Marc Kate destaca por su capacidad de tensión y evocación; sin dramatismo rápido ni grandilocuente. En su lugar, nos presentan composiciones que contienen estallidos delicadísimos, resonancias dilatadas y gestos mínimos, construyendo paisajes sonoros densos en significado pero de una austeridad formal notable.

¿Cómo se conocieron y cómo comenzaron a trabajar juntos?

Nos conocemos desde hace muchos años. Fueron muchas conversaciones por email durante más de una década, hablando sobre procesos creativos y todo tipo de conceptos musicales. En el proceso fuimos generando un afecto, y naturalmente propusimos crear algo juntos sin mucha expectativa más allá de intercambiarnos señales sonoras. Desde ahí fue fluyendo.

¿Cómo surgió la obra «Labrecque / Barakat» y por qué ese nombre?

El origen está en un deseo mutuo de capturar momentos emocionales específicos que no necesariamente se ajustaran a formas establecidas. Queríamos descubrir qué nos sucedía al estar (sonora y conceptualmente) el uno frente al otro. El título hace referencia a dos personajes ficticios, alter egos que nos permiten pensar estos sonidos más allá de nuestras identidades personales. Labrecque y Barakat son también un homenaje a ciertas tradiciones cinematográficas que admiramos mutuamente.

¿Por qué decidieron trabajar a distancia y no reunirse en un mismo estudio?

La distancia no fue una elección; es nuestra realidad cotidiana. Vivimos en extremos distintos del continente. Pero esa distancia, en lugar de ser un obstáculo, se volvió parte fundamental del proceso creativo. Nos permitió explorar las ideas con tiempo, sin la presión del presente físico del otro. Encontramos en eso una apertura significativa.

¿Cómo es el proceso de construcción musical entre ustedes? ¿Hay un orden preestablecido o es más intuitivo?

Absolutamente intuitivo. A veces uno inicia una idea, otra vez el otro. La regla implícita es no poner límites ni expectativas sobre lo que recibimos o enviamos. Lo demás se va decantando en las sesiones de escucha y edición. Muchas veces las piezas cambian muchísimo desde su forma inicial hasta el resultado final. Nos permitimos sorprendernos el uno al otro.

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