Víctor Nubla

Víctor Nubla es un verdadero icono de la música de avanzada en Cataluña y en España, quien se desempeña en distintos campos del arte y en la música en particular ha explorado distintas posibilidades sonoras en la improvisación, la electrónica, ambientes sonoros, instalaciones, cine, vídeo, danza y teatro. Fundador de Gràcia Territori Sonor, en el que convergen las ideas y propuestas musicales de músicos europeos, lo cual se plasma en el Festival LEM que se realiza cada año en octubre, con la participación de artistas y grupos de vanguardia venidos de distintas partes del mundo.
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Víctor Nubla is an icon of Catalan and Spain underground music, worked in improvisation, experimental electronics, soundscape, installations and music for cinema, video, theatre and contemporary dance. He is also the founder of Gràcia Territori Sonor, a music and art collective named after the Barcelonian district, whose annual experimental music festival (the Festival Localització Executant Metafòrica – LEM) hosts an impressive roster of international performers.
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Tu fundaste Macromasa junto a Juan Crek poco tiempo después de la caída de Franco. Qué recuerdos tienes de aquella época en relación a vuestra propuesta musical.
Los primeros conciertos de Macromassa consistieron en una lluvia de insultos por parte del público y una música muy dura por la nuestra. Visto en la distancia, nada que en 1976 no estuviera pasando en otros lugares del mundo: el punk no fue sólo rock e imperdibles. Fue un cambio a nivel mundial, sucedió a la vez en todas partes: una actitud nueva, un rechazo de las ortodoxias, del aprendizaje de los instrumentos, todo el mundo se puso un nuevo nombre y se practicaba la autogestión. Macromassa, de una manera exacta, sincronizó con ese momento. Teníamos 20 años. Estábamos muy enfadados generacionalmente, en cada país el enfado se dirigió hacia un lugar determinado. En Inglaterra contra el pop y el rock sinfónico y esas cosas, en Barcelona, fue contra la «música laietana», una fusión de jazz y ritmos caribeños que vino a ser el primer «sonido Barcelona» y que no nos hacía ninguna gracia. También en la actitud se encontraba una fuerte crítica social, pero en los años de la Transición (y éso no pasó en otros países) aquí todo el país se quejaba porque podía hacerlo por primera vez en cuarenta años y se hacía básicamente de todo: España se liberó política, artística, cultural y sexualmente a la vez. Era divertido. Nadie se esperaba que esto haya terminado de una forma tan aburrida.

Gràcia tiene una identidad propia como barrio en Barcelona y que sin duda se ha consolidado con el festival LEM que tú organizas cada año. Cuéntanos de la tradición musical de Gràcia y su vinculación con Gràcia Territori Sonor.
Gràcia, más que una tradición musical específica, tiene una tradición liberal, republicana, libertaria y asociativa. Es un territorio humanista, lleno de actividades promovidas por colectivos, habitado por un gran número de artistas atraídos por la vida en la calle, por respirar cierta cultura no oficial. Tiene calles estrechas que confluyen en plazas, que son los verdaderos puntos neurálgicos de la actividad social y cultural. En Gràcia están instalados 750 bares y restaurantes, algunos de los mejores cines en versión original de la ciudad y teatros, centros de danza contemporánea, galerías de arte, un festival internacional de música folk (Tradicionàrius) y otro de música experimental (el LEM, que ahora cumple 10 años), un periódico en papel y un portal de internet propio y el 70% de los squatts de la ciudad. La Fiesta Mayor de Gràcia atrae tres millones de visitantes en agosto, durante la cual, en las calles y plazas, se producen más de mil actos, entre ellos, centenares de conciertos (para todos los gustos, eso sí). Gràcia, como otros actuales distritos de Barcelona, fue una villa independiente. Cuando fue anexionada a la ciudad, hace algo más de cien años, era la segunda ciudad no capital de provincia más poblada de España. Comprenderás que la anexión no les pareció demasiado bien a los gracienses. Pero Barcelona necesitaba crecer, había salido de las murallas medievales y sólo podía crecer en una dirección, ya que en las otras tres hay agua: un mar y dos ríos. Así que creció hacia la montaña. Gràcia fueron campos y masías hasta la Revolución Industrial, en que los primeros vapores textiles se instalaron allí. Se pobló con los obreros de las fábricas, y por eso tiene esa personalidad laica y moderna, y calles con nombres como Libertad o Peligro. Para entendernos, un Manchester de Barcelona. El monumento más grande de la Villa es una estatua de Josep Anselm Clavé, líder obrero y músico, que dirigía corales de más de mil voces sobre ritmos creados por martillos pilones. Pero si nos atenemos a la historia, quienes colonizaron este territorio fueron los gitanos que, en 1477, se instalaron aquí y permanecen en Gràcia, donde entre otras cosas, inventaron la rumba catalana, uno de los pocos géneros musicales totalmente originales que ha dado el siglo XX, como el reggae o el hip-hop. Los gitanos dan al downtown de Gràcia un espíritu y una esencia únicos, su vida es música y eso también se contagia. Y hablan un catalán muchísimo más puro que el nuestro: ¡el de 1477! Así que, sumando: culturas de tradición oral, conviviendo con la conciencia de clase y política, el asociacionismo, la vida en la calle, la oferta de ocio cultural, la concentración de artistas, produce un territorio cosmopolita, de gentes liberales y sencillas, poco interesadas en el turismo de parque temático que asalta Barcelona y de mentalidad abierta, aunque un incipiente proceso de «sohización» está haciendo que todos estos atractivos despierten el interés de una clase de profesionales liberales, snobs y con dinero, que están dispuestos a ocupar «lofts» de lujo y disfrutar de esa calidad de vida pero no participan de la actividad vecinal ni toleran el ambiente festivo. Aun así, la «alta cultura» no tiene mucho futuro en Gràcia, hay otros barrios de Barcelona con esa vocación.

Tu disco “Neige” que nuestro amigo en común Pablo Reche me ha grabado, ha sido un descubrir cómo la simbiosis de distintos sonidos – propios como sampleados – conforman una verdadera orquesta de paisajes sonoros. Me llama la atención esas atmósferas Wagnerianas y la intromisión de voces en distintos idiomas. ¿Qué fue lo que te inspiró para hacer este disco y qué caminos se te están abriendo en la experimentación sonora?
Hace unos años, diseñé una réplica de mi estudio básico (sampler, radio de onda corta, grabador) para poder viajar con él. Mi proceso de obtención de muestras sonoras se basa en la radio y la radio se puede escuchar en cualquier lugar del mundo. ¿Para qué trabajar solamente en mi estudio? Así que, viajando, grabé algunos de mis discos (Neige, Empúries, Seven Harbour Scenes y también algunas partes del primero de Dedo) en hoteles o casas de distintos lugares. A mí me inspira muchísimo trabajar así. En el caso de Neige, se dieron diversas circunstancias: compuse y grabé en tres lugares nevados, Zug (Suiza), Centenera (La Alcarria) y Embid (Sierra del Jalón). Fue durante dos giras y un viaje para visitar a la familia. Tomé muestras en los tres lugares, compuse prácticamente los temas y los grabé in situ. Estaba utilizando un minidisc y había comprado una caja de minidiscs nuevos. Eran Sony, de color gris, y se llamaban Neige. Las coincidencias no terminaron ahí: el principio del disco está hecho en Zug, hay una voz que habla en alemán, la primera muestra que obtuve. Dice: «Auf eine andere Art… Da ist Graubünden; seit bald zwanzig Jahren wohnt Lilian in Graubünden.» Me explicaron que Graubünden es un cantón suizo. De regreso en Barcelona, busqué en internet y descubrí que Graubünden es una tierra montañosa y gélida, llena de abetos y nieve y grandes puentes metálicos de ferrocarril que salvan los desniveles. También descubrí que el fotógrafo Javier Vallhonrat había hecho una serie de fotos inspirada en los paisajes de Graubünden. Y la exponía en Barcelona, así que me fui a ver la exposición y después le escribí explicándole el cúmulo de coincidencias y pidiéndole una de las fotografías para la portada de Neige. Me llamó por teléfono, algo sorprendido, y hablamos en alguna ocasión más, también le envié la música. Finalmente, la idea le entusiasmó y por eso hay una foto de Vallhonrat en la portada de Neige. Todo parte del azar de una frase captada en la radio, de la marca de

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